3.9.08

Blanco y negro (y, a veces, en color)

Las historietas (comics, manga, humor gráfico, etc.) me parecen una gran forma de mostrar el lado menos 'humano' de nosotros los humanos. Tan simple como abrir un libro de Boogie, a propósito mi favorito es aquel en que Boogie clava el tenedor en la mano de su amiga, que reflexiona sobre la violencia y le roba sus papas a Boogie, porque 'una de las principales causas de la violencia es que algunas personas quieren quitarle la comida a otras personas'. Hablando de un grande como Fontanarrosa, recuerden a Inodoro Pereyra, un gaucho de esos que no comen empanadas mercenarias y que tienen la humildá de los grandes, no como el Martín Fierro que es puro verso, y al Mendieta, su perro é cabecera, siempre pensativo porque con los problemas que tiene la Humanidá, lo único que falta es que se ponga a jugar, y que recuerda que hay quien tira un palito y saca un gobernador. Y es que muchos de estos dibujos no son para niños, ni siquiera Mafalda, y menos otros como los libros de Rius, ese mexicano hereje, filósofo, comunista y que dice ser: ateo, pero cristiano; genial condensador de filosofía y política, y relator de la historia verdadera, sobre todo de 'La Iglesia y otros cuentos'. Otra historieta muy buena es Fantomas y los vampiros multinacionales de Julio Cortázar, una mezcla de prosa y cómic muy bien lograda y con un humor genial. En Ecuador también existen grandes ilustradores como Bonil, quien, en mi opinión, poco tiene que envidiarle a grandes como Quino, y es por eso que me permito copiar aquí una de sus tiras, además de que pueden entrar a sus blogs en mi lista de links.


También es interesante ver las adaptaciones de comics al cine con exitosas ejecuciones como la de Rodríguez con Sin City de Frank Miller, una buena estética y un buen argumento, aunque también con deplorables resultados como las innumerables películas de los súperhéroes gringos que, como buenos gringos, vienen a querer salvar el mundo, muestra de una parte del cómic burda y comercial.
Para terminar no quiero dejar de lado aquellos clásicos que nos daba por leer de niños, aquellos comics de gran calidad que incluso llegaron a obsesionarnos, en mi caso se trata de Astérix. Su aparecimiento en mi vida llego por casualidad cuando encontré un Obélix dentro de un chocolate, y ahí empezó todo, con la ardua búsqueda de cada libro de Astérix (aunque ahora me falten los últimos, ya los conseguiré), siguiendo con la primera Mafalda y su volumen completo, y luego Rius, en aquella época cuando me empezaba a hacer ciertas preguntas peligrosas. En fin, me encanta poder abrir una y otra vez estos libritos, aunque algunas veces la gente me quede viendo mal en el bus, sobre todo con los crudos dibujos de Boogie, porque sé que cada vez podré encontrar algo más detrás de esas delgadas lineas negras.

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